Sistemas inalámbricos: alto coste medioambiental, baja eficiencia real

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Seguridad residencial inalámbrica.

Podcast: Sistemas inalámbricos, alto coste medioambiental, baja eficiencia real.

En los últimos años, los sistemas de seguridad inalámbricos se han convertido en el producto estrella del mercado residencial. Su instalación rápida y la aparente comodidad para el usuario los hacen parecer la solución perfecta para proteger un hogar. Pero detrás de esta tendencia se esconde una realidad poco conocida: un alto coste medioambiental y una baja eficiencia técnica que comprometen tanto la sostenibilidad como la seguridad real de las viviendas.

El impacto ambiental oculto de los sistemas inalámbricos.

Los sistemas inalámbricos dependen en gran medida de pilas desechables. Y aquí está el verdadero problema. Considerando dispositivos como centralitas, detectores magnéticos, PIRCAM, sirenas y bombillos motorizados:

  • Un piso medio con alarma inalámbrica puede tener más de 40 pilas en uso.
  • En una vivienda unifamiliar, esa cifra puede superar las 65 pilas activas.

En España, el recambio de pilas suele hacerse cada año. Si tenemos en cuenta que hay instalados aproximadamente 1,4 millones de alarmas en pisos y 600.000 en viviendas unifamiliares con este tipo de sistemas, el impacto negativo medioambiental es masivo. Y a esto hay que añadirle el crecimiento del mercado, que aumenta un 10% cada año.

El resultado, proyectado a 10 años, es demoledor: 19.600 toneladas de CO₂ emitidas solo por la fabricación, transporte y reciclaje de estas pilas

Contaminación por pilas no recicladas: un problema invisible pero devastador.

Las pilas alcalinas, de botón o recargables contienen metales pesados y compuestos tóxicos que, al liberarse en el medio ambiente, provocan una contaminación masiva: considerando el volumen actual y venidero, pueden llegar a inutilizar 336,5 billones de litros de agua -el equivalente al consumo anual de toda la población española durante casi cuatro siglos- y contaminar 280 millones de metros cuadrados de suelo, una superficie capaz de comprometer la producción de alimentos de España durante tres décadas.

Datos de emisiones de CO2 de los sistemas de seguridad inalámbricos.

Nota: Cálculos realizados con la ayuda de herramienta IA.

Contaminación por emisiones CO₂ de las pilas de los sistemas vendidos.

  • Fabricación, transporte uso y reciclado: 19.600 Tn de CO₂.
  • Pilas abandonadas (no recicladas): 3.500 Tn de CO₂

En diez años, el uso masivo de estos dispositivos alcanzará las 23.000 toneladas de CO₂, una cifra difícil de imaginar pero que se vuelve clara cuando la traducimos en equivalencias cotidianas. Desde el consumo de millones de litros de gasolina hasta la producción de plásticos y el uso eléctrico de miles de hogares, las consecuencias son enormes y contrastan con el mensaje de sostenibilidad (greenwashing) que muchas empresas de alarmas utilizan en su publicidad.

Miles de toneladas de pilas mal gestionadas que, al acabar en vertederos, tardan entre 100 y 500 años en descomponerse, contaminando agua, suelo y poniendo en riesgo la salud pública.

Equivalencias del total: 23.000 toneladas CO₂.

  • 5.000 vehículos diésel funcionando (1 año).
  • 9.956.710 litros de gasolina consumidos.
  • 6.571.537 kilogramos de plástico producidos.
  • 448 millones de bolsas de plástico fabricadas.
  • 16.429 hogares con consumo eléctrico (1 año)
  • 1.045.455 de nuevos árboles maduros (10-20 años).
  • Bosque de 700 hectáreas con una densidad de 1.500 árboles por hectárea (976 campos de futbol).

La otra cara del problema de los sistemas inalámbricos: baja eficiencia técnica.

“Su facilidad de instalación beneficia al negocio, no a la protección.”

Más allá del impacto ambiental, los sistemas inalámbricos presentan limitaciones técnicas que comprometen seriamente la seguridad real. Ponemos el foco en estas tres vulnerabilidades:

Vulnerabilidad frente a inhibidores.

Los sistemas inalámbricos dependen de la radiofrecuencia, un canal extremadamente fácil de bloquear con inhibidores. Estos dispositivos -disponibles incluso en el mercado negro a bajo coste- neutralizan las comunicaciones de los detectores y dejan la vivienda literalmente ciega ante un ataque.

Algunas empresas intentan tranquilizar al consumidor anunciando detectores anti-inhibición, pero este argumento es técnicamente engañoso. Ningún detector inalámbrico puede seguir funcionando con normalidad si la señal ha sido inhibida. En el mejor de los casos, lo que se detecta es la pérdida de comunicación, pero eso no impide la intrusión ni garantiza una reacción a tiempo, ni permite a las centrales receptoras de alarma avisar a la Policía.

Dependencia total de las pilas.

Una pila agotada significa un detector inoperativo. Aunque algunas centrales avisan de la carga baja, el fallo no siempre se detecta a tiempo. Esto convierte a la seguridad del hogar en una lotería dependiente del calendario de mantenimiento.

Fallos de señal y latencia.

Paredes gruesas, interferencias electromagnéticas, función de estado durmiente o simplemente la distancia entre dispositivos afecta la comunicación inalámbrica.

¿Qué soluciones propone Genoma del Robo?

Ante esta realidad, en Genoma del Robo promovemos la cultura de la seguridad cuidadora, un enfoque que no solo protege el hogar, sino que también cuida el planeta.

Una de nuestras recomendaciones clave es optar por sistemas cableados en lugar de inalámbricos, ya que ofrecen ventajas evidentes: mayor estabilidad y fiabilidad en la protección, un impacto ambiental mucho menor al requerir menos materia prima, embalaje y transporte, así como una reducción significativa en el mantenimiento y en la necesidad de intervenciones técnicas. Además, su durabilidad se traduce en un ahorro económico a largo plazo, evitando los frecuentes reemplazos que exigen los sistemas inalámbricos.

¿Qué podemos hacer como consumidores?

La mejor decisión está en nuestras manos: apostar siempre por sistemas cableados para alarmas, domótica y control de accesos.

Si vas a hacer una reforma en tu vivienda, aprovecha para incluir precanalizaciones que te permitan instalar estos sistemas ahora o en los próximos años sin tener que volver a abrir paredes. Y si tu vivienda es de nueva construcción, pide al promotor que incorpore un tubo corrugado de reserva en todas las habitaciones y el jardín.

El coste es mínimo -apenas 0,40 € por metro-, lo que significa que en un piso de 100 m² hablamos de unos 40 euros en total. Una insignificante inversión que marca la diferencia: más seguridad, menos contaminación y una vivienda preparada para el futuro.

¿Cuál es el coste económico de este impacto?

Se estima que los sistemas inalámbricos generan un coste medioambiental acumulado oculto de hasta 359.000 millones de euros en 10 años, considerando emisiones, aguas, suelos y gestión. Es un cálculo proyectado a largo plazo, que refleja el coste oculto de no actuar hoy.

La magnitud es enorme, acumulándose año tras año, hasta que inevitablemente aflorará de forma directa o indirecta en forma de crisis ambientales, alimenticias, sanitarias o sociales.

Para poner en perspectiva este impacto, basta imaginar qué podría lograrse si esa cifra se destinara a programas de bienestar social:

  • Educación completa y becas Erasmus para más de 12,8 millones de estudiantes.
  • Incremento de pensiones en 1.000 € anuales durante 40 años.
  • Mantener un IVA reducido del 4% en alimentos básicos durante un siglo.
  • Un programa de ayuda al alquiler para casi 10 millones de personas durante 10 años, reduciendo así la desigualdad social.

Propuesta de implantación de una tasa ecológica para sistemas de alarma inalámbricos

25 € por sistema de alarma vendido. Una medida justa bajo el principio de “quien contamina paga”.

La Directiva 2004/35/CE establece con claridad el principio de quien contamina paga. Esto significa que la decisión de un consumidor de adquirir un sistema contaminante es legítima, pero el coste medioambiental que genera no debería ser asumido por toda la sociedad, sino compensado mediante una tasa ecológica.

Justificación de la tasa ecológica de 25€:

  • Proyección realista: 20 millones de sistemas de alarma vendidos en 10 años.
  • Impacto directo: financiación de programas de reciclaje que permitan aumentar la tasa actual del 43% al 90%.
  • Impacto social: apoyo a programas de concienciación y sostenibilidad que beneficien al conjunto de la ciudadanía.

Si quieres proteger tu hogar con soluciones eficaces y sostenibles, no dudes en contactar con nuestros profesionales acreditados en la metodología GDR. Ellos te asesorarán para implementar un sistema que realmente funcione y cuide de todo lo que importa: tu seguridad, tu bienestar y el planeta.

Victor Manuel Palma
NST

Contactar con NST

Empresa acreditada Genoma del Robo

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