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El coste de oportunidad como desencadenante del robo
¿Cuál es el coste de mi acción?
El robo es consecuencia de una cadena concreta de errores donde su principal causa son los fallos técnicos que se generan en la protección.
Teniendo en cuenta que no es posible
establecer un único rango para determinar la decisión de la acción delictiva
por parte del agresor, sobre todo, considerando que existen diferentes perfiles
de agresores con diferenciadas motivaciones, el método Genoma del Robo® se ha desarrollado a partir de estas tres
consideraciones primarias, las cuales, anidan en la mente de un agresor
racional y constituyen lo que llamamos “el coste de oportunidad”.
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- Posibilidad.
Genoma del Robo® considera a “LA POSIBILIDAD” como la variable técnica más importante a trabajar puesto que se puede condicionar con acciones concretas y medibles. Se analiza de forma racional en diferentes test objetivos que conjugan a su vez; Oportunidad, Atractividad y Vulnerabilidades.
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- Motivación.
La motivación es netamente emocional y se genera de forma diferente en cada agresor; por ambición desmedida, ego, odio, desigualdades sociales, necesidades básicas, envidia y dedicación profesional.
Es una variable que se puede trabajar técnicamente pero en menor medida que la posibilidad.
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- Riesgo.
El agresor también recibe el impacto del riesgo que le podría suponer ser detenido. Se sustenta en las medidas coercitivas de cada gobierno, en base a leyes y dotaciones policiales de vigilancia. También existen medidas coercitivas particulares-laborales como el despido, pérdida de status, imagen, etcétera.
Es la variable menos técnica de las tres y sobre la que poco o nada puede hacer el diseñador del sistema ni el propio usuario.
El robo siempre se produce por un fallo técnico
La buena noticia es que ya sabemos ¿Por qué se produce el robo? y por lo tanto estamos en disposición de poder combatirlo.
Identificamos como fallo técnico todo aquello que no ha sido causa de la habilidad técnica del delincuente enfrentándose al sistema y que podría haberse evitado tomando otras decisiones.
Así determinamos que tras un robo, siempre se encuentra un fallo técnico que permite la acción. Bien sea un fallo del propio sistema o por el inadecuado diseño que un profesional recomendó, por la no actuación de un usuario por falta de consciencia, por la desidia o falta de capacitación de un operador del servicio de seguridad.
Y rara vez se produce por la habilidad técnica del delincuente contra el sistema.
¿Y qué produce este fallo técnico?
Pues, otro fallo técnico anterior, que bien pudo ser provocado por la tecnología o por la acción humana. Esto nos muestra claramente que el robo es una situación evitable puesto que existe una respuesta técnica concreta para evitarlo.
Falta de cualificación y de enfoque.
La situación actual es bastante deficiente, donde los perjudicados son claramente los usuarios. Salvo los ya consabidos e identificados sistemas «fast security» de alarmas, cámaras y puertas que son placebos de la seguridad, en los sistemas profesionales no se puede decir que exista una necesidad de mayor tecnología para contrarrestar al delincuente.
La cruda realidad es que las viviendas disponen de sistemas diseñados por personas no suficientemente cualificadas. Se añade que han sido diseñados de forma unidimensional, cuando los ataques son integrales o transversales, es decir, empresas que diseñan sistemas electrónicos, empresas que diseñan defensas físicas, ambos por separado y ambos enfocados a los productos que comercializan, sin una visión global del problema ni de la solución.
El resultado son sistemas de seguridad que no cubren todos los huecos de acceso.
Para rematar el despropósito técnico, los vendedores de estos proyectos no destinan tiempo a la experiencia del usuario en el uso del sistema y a su consciencia de la importancia del uso adecuado.
Hasta aquí, el primer problema técnico: Falta de cualificación y enfoque.
Falta de metodología.
Otro problema técnico que hemos identificado es la falta de una metodología que respete las fases metodológicas de un proyecto de seguridad.
La metodología nos aporta orden, disciplina, evitar olvidos y aumento de efectividad y, por el contrario, la falta de metodología nos trasfiere incertidumbre e ineficiencias al diseño.
Las partes (vendedor y comprador), se afanan por convencer y entender las abrumadoras características técnicas de tal o cual sistema, su modelo y su marca, pero ningún cliente le pregunta al vendedor
¿Cuál es la metodología que usará para diseñar mi protección? ni ¿Cuál es su cualificación como asesor de seguridad?
Confundir capacidad y motivación del atacante.
Tenemos que considerar el aspecto motivacional del agresor.
En este punto, hay que diferenciar entre capacidad de atacar y motivación para hacerlo. Como técnicos no podemos contrarrestar la capacidad de ataque, máxime cuando no conocemos quien nos va a atacar y cuales son sus capacidades, pero sí que podemos condicionar, con nuestro diseño y hábitos de uso, su componente motivacional para reducirlo.
Actualmente han sido identificados hasta 71 tipologías de ataques técnicos contra los sistemas. Jugar a acertar cuál será el tipo de ataque que utilizará el delincuente, para recomendar un producto, es jugar a la ruleta rusa con la protección de los clientes.
Los nuevos ataques de oportunidad
Por terminar con esta visión (reducida) sobre como evitar el robo, quiero poner el acento en los nuevos ataques a los que nos enfrentamos, mucho más inteligentes, selectivos y altamente efectivos.
Digo bien, altamente efectivos porque el delincuente está aprendiendo a entrar en viviendas, comercios, naves industriales, sin enfrentarse a los sistemas de seguridad. Por lo tanto, cuando no hay enfrentamiento no hay posibilidad de perder.
Debemos aceptar el hecho y cuanto antes para poder modificar nuestros enfoques de diseño, que los ataques por enfrentamiento con los sistemas se reducirán y los delincuentes buscarán aprovecharse de los fallos que llamamos de oportunidad.
Ataques selectivos.
El delincuente aprovechará descuidos, dejadez de usuarios y operadores, aprovechará franjas horarias propicias por falta de ocupación o por deslumbramiento de cámaras que vigilan, sobre todo al amanecer y atardecer, días de tormenta, los ya consabidos fallos técnicos de los sistemas por su nivel de entropía, y el aprovechamiento de los corredores de paso y ángulos ciegos que dejan los actuales diseños de seguridad.
Perfiles de riesgo para ser víctimas de un robo.
Todos y cada uno de nosotros porque nuestras viviendas guardan muchas cosas de valor.
Aparte de dinero, obras de arte y joyas, lo más interesante es todo aquello que guardamos y por lo que estaríamos dispuestos a pagar por rescatarlo (no quiero dar más pistas). También nuestros nuevos hobbies como bicis con motor, etc … cosas de alto valor que se revenden de forma rápida y sencilla.
Eso si, se observa un repunte en el gusto por los chalets grandes en zonas VIP. Normalmente muy mal protegidos por el exceso de confianza de los propietarios al sentirse seguros y también por la dificultad de proteger sus corredores de paso al 100% con un presupuesto bajo.